El Universal, Domingo 19 abril 2009 Artículo: “ Contra el caos.”
Entrevista a Gustavo Dudamel, Director de la Orquesta S.Bolivar
Dudamel con sus manos largas y su batuta llega a sus 200 músicos y a miles de corazones. De todos los calificativos que le han puesto a su forma de dirigir, uno se ajusta muy bien a él: Tsunami. Y es que hasta ahora no hay ciudad que se resista al encanto, a la energía que brota de Dudamel y sus músicos y él lo sabe. Aunque podría presumir de ello, solo se jacta de tener, si no la mejor, una de las mejores orquestas del mundo
" No es porque sea mi orquesta, sino que ellos son muy especiales. Es una de las pocas orquestas quizás, si no la única, que se entrega realmente y ésta en una permanente búsqueda y eso es muy difícil de conseguir. Cada vez se abre más y va consiguiendo diferentes colores, un nivel técnico más limpio, un nivel de pensamiento.”
Para él, la orquesta tiene que aprender a pensar cómo piensa el director y viceversa:
“ Y cuando se llega a ese balance, hay veces que no tienes que decir cosas. Hace un movimiento, una seña y ya ellos saben lo que quieres decir.” Además de esa conexión infalible entre el director y sus músicos, hay otra cosa que los diferencia del resto. Dudamel les pide que no se conformen con ser músicos, que un músico es un técnico que puede producir un sonido pero para llegar al nivel de artista hay que comenzar a crear. Y esa creación entra al cuerpo: sentir la música desde el cuerpo, vivirla, y exteriorizarla en una interpretación libre, que respete lo musical pero que no le ponga freno al sentimiento.
Quizás allí resida parte de la diferencia de la Simón Bolívar con otras orquestas talentosas, cómo no, pero más parcas. “ La orquesta nunca para de moverse, es una coreografía permanente, como el vuelo de las aves que van en grandes grupos: que no se ve quién las está guiando pero todas se mueven de la misma manera. Estoy muy orgulloso de mis muchachos”, recalca.
Dos directores modelos de la contemporaneidad: H.von Karajan y L. Bernstein: dos grandes artistas pero distintos “ Karajan introvertido y Bernstein extrovertido, al desnudar su alma en el escenario”. La orquesta tiene mucho de eso, entrega su alma en cada concierto. Eso tiene que ver también con la idea de no caer en la rutina, de saber descubrir la obra cada día aunque la hayan interpretado y ensayado mil veces.
“Cuando una disciplina está bien sembrada nunca se convierte en una rutina. Los grandes solistas siguen estudiando 8 horas diarias o los filósofos siguen leyendo cada día. Es una disciplina que les llena. La música es una necesidad vital para nosotros.” Y tanto siguen al pie de la letra esta filosofía que es fácil comprobarlo en una pieza tantas veces interpretada como es la Sinfoníía No. 4 de Tchaikovski. Cada vez suena y se oye diferente. Eso la convierte en una obra de arte, no solo a la pieza sino a la interpretación. Dudamel lo pone en palabras: “ Frente a una obra de arte uno no se cansa de verla, cada vez te impresiona, le consigues cosas nuevas a la obra. Es igual en la música.” El director está convencido que la música es una vía para recuperar la sensibilidad.”
Todo este caos es por falta de valores, humanismo y sensibilidad. Nuestra única arma es la música.”
Analogía: el binomio, Director-Músicos, equivale al binomio: Maestros-Alumnos.
Tomado de: El Universal, Domingo 19 abril 2009
Entrevista a Gustavo Dudamel, Director de la Orquesta S.Bolivar
Dudamel con sus manos largas y su batuta llega a sus 200 músicos y a miles de corazones. De todos los calificativos que le han puesto a su forma de dirigir, uno se ajusta muy bien a él: Tsunami. Y es que hasta ahora no hay ciudad que se resista al encanto, a la energía que brota de Dudamel y sus músicos y él lo sabe. Aunque podría presumir de ello, solo se jacta de tener, si no la mejor, una de las mejores orquestas del mundo
" No es porque sea mi orquesta, sino que ellos son muy especiales. Es una de las pocas orquestas quizás, si no la única, que se entrega realmente y ésta en una permanente búsqueda y eso es muy difícil de conseguir. Cada vez se abre más y va consiguiendo diferentes colores, un nivel técnico más limpio, un nivel de pensamiento.”
Para él, la orquesta tiene que aprender a pensar cómo piensa el director y viceversa:
“ Y cuando se llega a ese balance, hay veces que no tienes que decir cosas. Hace un movimiento, una seña y ya ellos saben lo que quieres decir.” Además de esa conexión infalible entre el director y sus músicos, hay otra cosa que los diferencia del resto. Dudamel les pide que no se conformen con ser músicos, que un músico es un técnico que puede producir un sonido pero para llegar al nivel de artista hay que comenzar a crear. Y esa creación entra al cuerpo: sentir la música desde el cuerpo, vivirla, y exteriorizarla en una interpretación libre, que respete lo musical pero que no le ponga freno al sentimiento.
Quizás allí resida parte de la diferencia de la Simón Bolívar con otras orquestas talentosas, cómo no, pero más parcas. “ La orquesta nunca para de moverse, es una coreografía permanente, como el vuelo de las aves que van en grandes grupos: que no se ve quién las está guiando pero todas se mueven de la misma manera. Estoy muy orgulloso de mis muchachos”, recalca.
Dos directores modelos de la contemporaneidad: H.von Karajan y L. Bernstein: dos grandes artistas pero distintos “ Karajan introvertido y Bernstein extrovertido, al desnudar su alma en el escenario”. La orquesta tiene mucho de eso, entrega su alma en cada concierto. Eso tiene que ver también con la idea de no caer en la rutina, de saber descubrir la obra cada día aunque la hayan interpretado y ensayado mil veces.
“Cuando una disciplina está bien sembrada nunca se convierte en una rutina. Los grandes solistas siguen estudiando 8 horas diarias o los filósofos siguen leyendo cada día. Es una disciplina que les llena. La música es una necesidad vital para nosotros.” Y tanto siguen al pie de la letra esta filosofía que es fácil comprobarlo en una pieza tantas veces interpretada como es la Sinfoníía No. 4 de Tchaikovski. Cada vez suena y se oye diferente. Eso la convierte en una obra de arte, no solo a la pieza sino a la interpretación. Dudamel lo pone en palabras: “ Frente a una obra de arte uno no se cansa de verla, cada vez te impresiona, le consigues cosas nuevas a la obra. Es igual en la música.” El director está convencido que la música es una vía para recuperar la sensibilidad.”
Todo este caos es por falta de valores, humanismo y sensibilidad. Nuestra única arma es la música.”
Analogía: el binomio, Director-Músicos, equivale al binomio: Maestros-Alumnos.
Tomado de: El Universal, Domingo 19 abril 2009
